Alumnos y profesores de música dan un ‘concierto-protesta’ a Botella

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Música. Para hacer ruido y para que al otro lado de la plaza de la Independencia, donde está el Ayuntamiento de Madrid, se oyera con nitide que están en contra. Todos: padres, profesores y alumnos -aunque para la mayoría de estos pequeños músicos, esta protesta suena más bien a una fiesta- no dudan que el aumento de las tarifas de las escuelas municipales de música y danza acabará con una generación entera de profesionales de las siete notas. La decisión del Consistorio de eliminar las subvenciones a las 13 escuelas públicas donde se imparte esta enseñanza ha provocado que las tarifas de este curso se hayan casi triplicado, según denuncian los padres. Hasta ahora las familias pagaban el 33% del servicio, mientras la parte mayor del gasto corría a cuenta de las arcas municipales. Desde ahora, todo el coste recaerá sobre el bolsillo de los padres. Y si el año pasado una mensualidad costaba sobre los 60 euros, el nuevo importe roza los 140. La formación musical pública está gestionada por dos empresas privadas que se han visto obligadas a las subidas tras el recorte. El nuevo precio es el de mercado, muy similar al de los centro privados que hay en Madrid, aunque en la pública hay por lo menos 2.000 estudiantes en lista de espera para conseguir una plaza. Posibles bajadas de sueldos «Cae así el propósito principal de la enseñanza pública de la música: permitir una educación de calidad a quien no puede pagarla», subraya Jesús, profesor de piano en la escuela Manuel Vazquez Montalbán, en el barrio de Tetuán. También peligra el empleo de los centenares de profesores. «Nuestros contratos son muy flexibles, y puedo quedarme muy fácilmente sin trabajo», indica el profesor. Las empresas gestoras de los centros han pedido a los profesores un esfuerzo económico con sus sueldos para poder bajar las tarifas. «El colectivo de los profesores está evaluando esta posibilidad, pero de momento no hemos llegado a nada». Para muchos padres la situación es inviable. Entre ellos hay parados, cuyo presupuesto no da para aguantar la subida. Otros sí podrán, apretando mucho el cinturón. Sobre todo si sus hijos estudian un instrumento musical: son éstas las clases que más cuestan. La escalada de las tarifas puede acabar también con las familias donde la música es un legado que se transmite de generación en generación. Es el caso de Juan Pedro, cuyos dos hijos están apuntados a la escuela municipal de Villaverde. «Con las nuevas tarifas tendremos que pagar más que 300 euros y esto no es sostenible». Los convocantes de la protestas prometen que seguirán. Han redactado un manifiesto en que afirman que la educación musical es un servicio esencial que el Ayuntamiento debe garantizar. No sólo porque permite un mejor desarrollo de la persona, sino también porque crea un entorno social mejor donde no sólo se favorece la participación de los jóvenes, sino también de las familias, ya que muchos padres y madres están presentes en las actividades de sus hijos. Al Consistorio presidido por Ana Botella no sólo piden que quede sin efecto la subida o, lo que es lo mismo, que se vuelvan a financiar los centros, sino también que el PP cumpla con una de sus promesas electorales: una escuela de música para cada barrio de la ciudad.