Emerge el Canal de Manzanares

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El Real Canal de Manzanares aflora de nuevo. Parece recordar a Madrid su trazado centenario, de 22 kilómetros de longitud, 14 metros de anchura y tres de calado. Y también la importancia que adquirió cuando fue construido bajo el reinado de Carlos III, en 1770, para unir fluvialmente la capital con Aranjuez. La quinta esclusa de su trazado paralelo al río madrileño, del que se nutría, acaba de ser descubierta. Se hallaba sepultada bajo el cauce del canal anegado de tierra, tratado en unas obras de explanación. Las que la compañía Adif realiza bajo la fachada sur del Cerro de La Gavia para duplicar la vía férrea del AVE Madrid-Valencia, cuyo trazado inicial pone en peligro el importante hallazgo arqueológico recién descubierto. La quinta esclusa pertenecía a un sistema con una decena de compuertas. Las dos primeras se hallan todavía bajo el Matadero y el parque de la Arganzuela. La recién aflorada conserva el basamento de sus portalones de madera. Con ellos el esclusero regulaba el flujo de agua para nivelarla y permitir el paso de falúas, barcazas y otros transportes fluviales. Junto a las compuertas se ven, casi indemnes, los sillares y sillarejos de caliza que las ciñen, así como los mampuestos y paramentos de ladrillo con los que fueran reforzadas. Los muros de ladrillo se contraen desde los 14 metros del cauce del canal hasta un estrechamiento de unos cuatro metros y medio. Fueron reformados por el ingeniero regio Pedro Nolasco. Empleó materiales de la Real Fábrica de Porcelanas del Retiro, destruida en las batallas franco-británicas al final de la Guerra de la Independencia. No lejos de la zona del hallazgo, aguas arriba, se encuentra la depuradora de la China, que recibió su nombre de la misma planta de porcelanas. Isidro González Velázquez, arquitecto de Fernando VII, construyó junto a esta esclusa una finca de recreo para el rey, una capilla y varias casas para los escluseros. Las falúas trasladaban personajes de la realeza y la aristocracia, mientras las barcazas transportaron yesos de los yacimientos de sepiolita que convierten aún hoy a Madrid en el primer productor del mundo de este árido. El hallazgo de la quinta esclusa confirma la existencia del trazado previsto por Mercedes López, titular en la cátedra de Teoría Estética Industrial de la Escuela Técnica de Ingenieros de Caminos de Madrid. Ella realiza desde hace dos años el inventario del patrimonio arqueológico industrial de la Comunidad de Madrid. Valora el hallazgo como de enorme importancia. «Todas las grandes ciudades interiores europeas, desde Milán a París o Viena, se plantearon en el siglo XVIII la conexión interfluvial a través de canales como éste», explica. «En España, junto con el Imperial de Aragón y el de Castilla, compusieron una de las redes más importantes de Europa». Quizás el peor problema que presentaba este canal, pensado para unirse a la Acequia Real del Jarama en Rivas Vaciamadrid convenientemente ensanchada para el tráfico fluvial, era el caudal del Manzanares, muy menguado en la estación estival y por las sequías. El canal precisaba pues disponer del sistema de esclusas que ahora reaparece. Para los arquitectos Álvaro Bonet y Miguel G. Solís, de la Plataforma de Amigos del Canal de Manzanares, «sería extraordinario recobrar este canal, que se halla entre los Parques Lineal y Regional del Sureste y explicar su relato y el de la rica hidrografía madrileña en un centro de interpretación». Bonet añade: «Aún hay tiempo para cambiar el trazado de la vía férrea y salvar la histórica esclusa».