El olor de Valdemingómez, denunciado ante la fiscalía

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Isabel (nombre ficticio) se levantó ayer por la mañana, abrió la ventana y la volvió a cerrar al momento. «Olía a podrido», decía por la tarde en su piso del Ensanche de Vallecas, un ático con una terraza que no usa cuando el aire viene del vertedero de Valdemingómez, dos kilómetros al este. Su marido Carlos (tampoco da su nombre real) es categórico: «El olor es insoportable, nauseabundo». La causa del hedor ocasional es una planta de compostaje al aire libre, la única que sigue descubierta de las tres que hay en el vertedero de Valdemingómez, destino de la basura de la capital y de los municipios de Rivas y Arganda del Rey. La Asociación Vecinal del Ensanche de Vallecas pide una solución desde hace tres años. Después de reuniones improductivas con la Junta de Distrito de Villa de Vallecas y de un par de manifestaciones en el Ensanche, su última decisión ha sido denunciar el caso ante la Fiscalía de Medio Ambiente. El 28 de septiembre enviaron a este organismo un escrito en el que reclamaban una investigación sobre las consecuencias de su «deficiente funcionamiento» en la calidad del aire. La Consejería de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, responsable de la instalación, asegura que lleva un control «exhaustivo» de las emanaciones y que está estudiando la manera de atenuar el mal olor. La salida más probable es que cubra la nave que sigue fermentando residuos al aire libre, obra sin fecha prevista. Mientras tanto, según explican, utilizan filtros biológicos para atrapar las partículas hediondas. La lucha contra el mal olor, según la ONG Ecologistas en Acción, es consecuencia de un problema previo. «Habría que revisar la base; si se hace bien el compostaje no tiene por qué haber olores», dice Jesús Pérez, miembro de la comisión de residuos del grupo ecologista. Las quejas de los vecinos ponen en duda la efectividad de las medidas que toman en el vertedero. La asociación cuenta con un formulario en su página de Internet para que cualquiera que viva en la zona puede cuantificar el grado de pestilencia, según intensidad (baja, media, alta), franja horaria y clase de olor (fecal, aceite o ceniza). La presidenta del colectivo, Rosa María Pérez, afirma que septiembre ha sido el mes en que se han rellenado más formularios (95), con los peores resultados de olor desde noviembre de 2008. Y asegura que el olfato no es lo único que se resiente: «El olor a veces es tan fuerte que provoca picor de ojos e irritación de garganta». Carlos, el vecino de la terraza atacada por las olas fétidas de Valdemingómez, reconoce que no se esperaba esto cuando compró su piso en el Ensanche. «Si lo hubiese sabido, probablemente no hubiera venido a vivir aquí. ¿Cómo se puede construir una urbanización a dos kilómetros de un vertedero?».