Una gran «catedral» tecnológica

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El año 2011 trae novedades para Villaverde: tras décadas de abandono, dificultades y deterioro, por fin la nave Boetticher volverá a abrir. La tan prometida Catedral de las Nuevas Tecnologías será una realidad en este año que ahora empieza, y la nave se recuperará —como ejemplo de edificio industrial protegido—, llenándose además de los contenidos más vanguardistas del mercado de las comunicaciones. La obra civil de este proyecto está previsto que termine entre mayo y junio, explicaron fuentes del área de Economía, que dirige el concejal Miguel Ángel Villanueva. Cuando esto ocurra, habrán pasado dos años desde que se adjudicaron las obras, que se han dilatado más de lo previsto por las dificultades técnicas que se han encontrado en su desarrollo, y que han incluido la necesidad de recimentar algunos puntos del edificio. Pero el camino ha sido muy largo hasta alcanzar este punto: la nave Boetticher es una de las cinco que formaban el complejo industrial que los socios Gustavo Boetticher y José Luis Gómez Navarro levantaron en solares del distrito de Villaverde en la década de los 40. Desocupada a principios de los 90, mientras los síndicos de la quiebra económica actuaban sobre lo que quedaba de la propiedad, y se negociaba judicialmente con los acreedores —entre ellos figuraban los antiguos trabajadores—, los edificios iban cayendo en el olvido y sufrían todo tipo de avatares, desde incendios a «okupaciones». Finalmente, el Ayuntamiento madrileño consiguió la cesión del terreno y logró el apoyo económico del Ministerio de Industria para sacar adelante su proyecto: convertir la antigua nave industrial en la Catedral de las Nuevas Tecnologías. Inversión de 34 millones La iniciativa no es barata: supone una inversión de 34 millones de euros, de los que 24 corresponden a la obra civil. La financiación llega a través del Plan Avanza, de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información. Cuando finalicen los trabajos, habrán pasado por la obra más de mil personas. Entonces empezará su auténtico reto: abrirse a empresarios, innovadores y público en general, en una labor que su responsable, el director general de Innovación y Tecnología del Ayuntamiento madrileño, Alejandro Arranz, califica como «evangelización». En efecto: en la nave Boetticher no se venderá maquinaria, ni proyectos, ni será una sala de exposiciones, ni un recinto ferial: se acercarán los prototipos para que empresarios y sociedad vean y toquen lo que las nuevas tecnologías pueden ofrecer para facilitarles su trabajo. Los responsables de la Economía madrileña lo tienen meridianamente claro: el sector al que hay que dirigirse para ser competitivos y que Madrid aporte un valor añadido frente a otras posibles ubicaciones para empresas, es el de las tecnologías de la información y la comunicación. Este, insisten, es un sector estratégico que proporciona 134.000 empleos sólo en la ciudad, el 30 por ciento del conjunto del sector en toda España, y que ha generado la puesta en marcha de más de 9.000 empresas. Pero ¿qué se hará en la nave Boetticher? Ya hay varios ejemplos de lo que va a ser: el hogar digital que se ha puesto en marcha en Madrid, donde los empresarios inmobiliarios y promotores ven qué aplicaciones prácticas tiene la domótica en el diseño de una vivienda. Es una manera de acercar la tecnología a quien la va a poder aplicar a escala industrial. Anticipar novedades Igual ocurre con el centro de innovación y software libre «Madrid on rails», que existe en Vicálvaro. En la Catedral de las Nuevas Tecnologías habrá demostradores permanentes de las tecnologías más punteras, que anticiparán las innovaciones que serán implantables en menos tiempo. Además, la nave adaptará el prototipo a las necesidades del mercado, y será como una guía para innovadores: «El escaparate donde explicar las novedades». La recuperación de la nave ha sido técnicamente una tortura: es una de las pocas rehabilitaciones de patrimonio industrial que se han hecho en la capital, sobre un edificio que además tenía todo tipo de patologías, a cada cual peor: hormigón desarmado, con diferentes densidades y armadura al aire, sin capacidad de soportar la estructura, cimentado sobre «arenas movedizas»… Fue necesario recubrir todos los pilares de hormigón y recimentar con cuatro micropilotes por cada pilar, a ocho metros de profundidad. Junto a la histórica nave, se levantará una torre de nueva construcción, conectada con aquella mediante una pasarela, que funcionará como «acelerador» de la innovación. Un tercer elemento de la futura catedral tecnológica es la página web que la nave Boetticher ya tiene en marcha, como anticipo a la actividad física que tendrá en unos meses. Y cuyo fin es, igual que el del conjunto del proyecto, encontrar el lado práctico de la innovación.